Un poco cuerdo recorro esta historia, entre lunas y un brandy de segunda. Descubro que eres buena como las quimeras y olvidadiza como las hijas preadolescentes. No reconoces la nostalgia, porque hay una ínfima vena en tu corazón que contiene la risa y libera la burla. Las rabias te duran mas de un día, porque crees que hasta los grandes desconciertos también se llevan a la cama. Y sólo se que eres pequeña, un punto oscuro, lejano y diminuto. Pero en esta historia me descubro a mi mismo, sin dolor de tanto grito liberado, desmoronado como un hombre transparente, sin un eco tibio que me alcance, curando mis manos sudorosas de espinas, y aun persistes en mis papeles y aceitunas, como un beso agonizante que te salva del destierro.
A veces los hombres suelen sabernos mejor que nosotras mismas.
ResponderEliminarSabina, por donde pasas van cayendo pétalos. Besos
ResponderEliminarCuando logramos entender a los demás, descubrimos un poco de nosotros mismos.
ResponderEliminarCuántos espejos!...y no nos damos cuenta.
ResponderEliminarBellisimo relato Jaud, puro en el sentir, honesto.
Besos
Midori, comparto tu comentario totalmente, somos espejos inconscientes. Saludos
ResponderEliminarHola Ale, gracias por todo el amor aqui y alla. Tus últimos poemas me llegan profundamente. Besos
P.d. Bueno, todos realmente, eso ya lo sabes.
Tu bella prosa poética me habla de recuerdos ora nítidos, ora borrosos, de un amor nublado quizás por la distancia. Un beso, amigo Jaud.
ResponderEliminarMayte, corazón, gracias por tu comentario. Son visiones que de pronto lo alcanzan a uno. besos
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