No eras beso, ni recodo,
acaso abismo, vinagre tibio,
madrugada.
No eras reflejo, ni dulce pan,
y me moría de cansado bufón
en tus ventanas.
Y sin embargo, pinté
un arbol desesperado
en tus colinas.
Adoré la tierra arida,
soñé oasis en tu piel.
Invoqué tu presencia
de azul y suave rio.
Hice y me rehice,
atesorando brumas
y congojas.
No eras tú, ni yo,
eran grises nubes
aniquilando la esperanza.
Jaud, este poema es exquisito.Lo saborié de principio a fin.
ResponderEliminar¡Bellisimo!
" pinte un arbol desesperado en tus colinas" y puedo seguir y asi transcribir todo el poema que está construido de un todo tibio que alienta la esperanza.
"No eras tú, ni yo,
ResponderEliminareran grises nubes
aniquilando la esperanza"
El sol hará el resto.
Saludos siempre,
Ale, que decirte, son un honor tus palabras. Tu grata presencia enriquece este blog. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarRobërto, eso espero, jeje. Saludos fraternos
ResponderEliminarMe ha gustado
ResponderEliminarsaludos
Muy inspirado y de una impresionante belleza. Un poema de lo mejorcito que he leído, mi querido Jaud. Y además, leerlo mientras suena "El canónigo" de Pachelbel, es todo un lujazo. Preciosa también la fotografía de tu cabecera de título, que, sino me equivoco, son ventanas incas de Cuzco o del Macchu Picchu, ¿no? Un besote fuerte y feliz fin de semana.
ResponderEliminarAfrica, es un placer saber que te gusto. Un Abrazo
ResponderEliminarHOla querida Mayte, gracias por tu cariño cada vez que pasas. Si, es Pachelbel, me encanta, al igual que muchas piesas clásicas que es un poco arduo enumerar. Y la foto es de Macchu Picchu, no la tome yo, pero si estuve alli, es un sitio espectacular. Besos
ResponderEliminarhizo y se rehizo ...
ResponderEliminarConstante es el rearmado, verdad?
Pues si, es constante, todo para poder seguir.
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