Plata y vino,
amapola blanca.
Labios redondos
abrigados de quejidos.
Hojas de viento
cansadas en el suelo,
como una alfombra silvestre.
En mi,
el consuelo de flotar
sobre tu cuerpo,
como un sueño de espuma,
silencios.
Y voy amolando la aurora
con mi piedra de sonidos.
En ti,
la gruta desesperada y timida,
fondo de incienso y pesadilla,
toques empireos y alas de golondrina.
Un encuentro soñado de verdad lujuria y pesadilla. Realmente trasmites como un sueño que se cristaliza.
ResponderEliminarBienvenidos tus comentarios, y gracias.
ResponderEliminarTus poemas son sensualidad pura, Jaud, y éste en especial. ¡Cómo me gustan! Un beso.
ResponderEliminarHola Mayte, me alegro que sean de tu agrado. Ya es un honor que los leas. Un beso
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