
Tu nombre aletargado en el recuerdo
apareció un día y ya no pude ser el mismo,
porque eres temblor de estrella,
sueño de agua,
espejismo,
el aroma que me vence,
la celada.
No pude siquiera imaginarlo,
eras tú, negada desde ayer,
con tus ojos, que son mi enfermedad,
mi arrepentimiento,
mi conquista.
Tu nombre se apoderó
de las cosas de mi mundo,
eran las noches, tus palabras,
mis dias, tus sueños,
mi rostro, tus nostalgias.
Y nos empequeñecimos en el temor
de no sentirnos,
invadiéndonos desde la orilla,
adivinándonos las lágrimas
y este dolor que no quieres evitar,
y sólo va quedando
el eco de tu nombre,
en el ritual insomne
de extrañarte.