
Jehn a veces mira hacia dentro y puede percibir los movimientos submarinos, las corrientes de aire. Puede escuchar el susurrar de los álamos a días de distancia. Y es que ella es toda oxigeno. Ha cambiado su abrigo de piel de nube por uno que prodigue un tanto de calidez, ahora que recién ha comenzado el invierno. No la he vuelto a ver llorar, porque se encuentra invadida de ternura. LLama a las moscas, amigas molestosas. A los caballos, jueces de paz, a los ratones, diminutos robin hoods, oh, y sus perros son eficaces ministros plenipotenciarios. Casi se me pasa decir que los gatos andan de año sabático. Y es que Jehn dirige su mirada hacia dentro, como siguiendo una partitura elemental. Conoce hasta donde llegan las raíces, y su mirar se ha vuelto reflejo. A veces me cubro, y evito tener incómodos pensamientos, en esta grávida lucha de querer lo que nos es vedado, porque se que le basta sólo liberar un hálito para saberlo. Yo debo decir que mi amor sembrado por los recuerdos de quienes me preceden, me impiden actuar con mezquindad, no puede uno negarle el sol a nadie, ni el agua, ni un beso. Y Jehn ha permitido por fin que a su paso, ya las flores no se detengan en su despertar, porque en el plan mágico que es su vida, ahora hay dos corazones latiendo en su pecho.