
Extraño juego este
de haberte perdido, cuando todo
asomaba a idilio y fruta
madura.
A veces se nos van las
horas repentinamente,
como si la vida fuese
de pronto una grieta
en una presa.
Tengo el sol dislocado,
la luna en su mitad,
ensimismada,
sin pasos trémulos,
sin mareas.
Extraño juego este
de apostar a tus senos y
tus depresiones,
y ganarme algún que otro
consejo para mejor vivir.
Voy a proponerte una distancia
de ahorro en sufrimientos,
días de ignoto deseo, y espejismos
que no me lleven ya a ti.
Voy a proponerte que invoques
a tu ángel,
para salvaguardar
la serena cordura que nos queda,
y que el mio me lleve
a un lejano pueblo, donde florezcan los
amores como la hierba mala,
donde tus ojos y tu boca, que aun
se contradicen,
ya no sigan escribiendo mi agonía.