
En este viaje de temor
y rosas en espera,
te empinas como
una lejana nube.
Eres sol desmedido, con
tus ojos cerrados como cadenas,
y yo remando solo,
en un río agónico.
En este viaje, solo eres
perfume de cerveza
amarga, silueta nebulosa,
el abismo del sordo llamado.
Y clama una voz furtiva de libros
que no leo;
atrapado en las tardes hurtadas
de noviembre,
y en el vaivén del que esta
hecho este inoportuno querer.